Errar. Equivocarse. No tener ganas. Cargar de pinceladas
torpes un trabajo que no se siente terminado nunca. Crear una pieza no siempre
responde a los tiempos que uno tiene para una entrega. A veces. Los plazos se
corren simplemente porque no sale. No me gusta lo que hice. No di con la paleta
adecuada. A veces empiezo pensando que la idea es genial, la mejor que tuve en mi vida y al rato
se derrite como un helado al sol. Aun así crear se vuelve oficio. Y aprendo
siempre. Sobre todo a llegar a los plazos de entrega. Pero. Que pasa cuando no
llego? Hace unos días logré sincerarme. Con el trabajo y con mi cliente. Le
dije que no me salía... que me disculpara. Lo mejor es que tuve una respuesta
amorosa y comprensiva. Agradezco cada día trabajar de lo que amo y también de
tener gente cerca que me acompaña en estos vacíos.
Gracias a todas las personas que eligen regalar o regalarse
estas piezas que hacemos en esta casa taller, que tiene un jardín donde las
flores y los juegos florecen.